- SALADINA JOTA
- 5 dic 2022
- 5 Min. de lectura
Un homenaje a Don Miguel Mihura por Fernando de las Heras y compañia.
CON AMOR, HUMOR Y TERNURA
"Los sobreros olvidados”
Saladina Jota.
Madrid a 29 de noviembre de 2022.
Autor: Fernando de las Heras. Dirección: Luis Flor. Intérpretes: Javier Arriero y Roger Álvarez. Voces en Off: Loles León, Marta Fernández Muro, David Hernández Navarro y Millán Salcedo. Escenografía y Vestuario: Lino Lemond. Diseño de Iluminación y Técnico de Iluminación y Sonido: Alex Espeso. Diseño de Sonido: Nazan L. Bamio. Diseño Gráfico: María Lacartelera. Grabación de Sonido: Dani Higuera, de Estudios Dinamic. Realización de Decorado: Mambo y Manuel Torres. Realización de Vestuario: Nuria Caravantes. Labores de Punto: Adrián Moratilla y Mara roa. Asesor Técnico: Alberto J. Escalante. Prensa y comunicación: Lemon Press. Producción Ejecutiva: Héctor Pando. Producción: PANDO TEATRO y POSEIDON TEATRO.
TEATRO LARA (C/ Corredera baja de San Pablo, 15. Madrid). Sala Cándido Lara. Duración: 80 min. Viernes 9, 16, 23 y 30 de diciembre y 6 de enero a las 18:15 horas.

El viernes 25 de noviembre, a las 18:15 horas, en la sala Lola Membrives del Teatro Lara, las compañías PANDO TEATRO y POSEIDON TEATRO estrenaron “Los sombreros olvidados”, de Fernando de la Heras. Un homenaje que rezuma amor al autor de “Tres sombreros de copa”, como reza la dedicatoria en el programa de la función: “Para Mihura con Amor”.
Mihura formó parte de una generación que renovó el género de la comedia en medio de una época difícil en España y en Europa. Escrita en 1932, “Tres sombreros de copa” no se puso en escena hasta 1952. La obra bebe de las tendencias vanguardistas de esa época, como el teatro comprometido y político, cuyas temáticas críticas versan sobre las contradicciones de la sociedad de la época, un nuevo estilo que sería bautizado como “absurdo” y por el uso del lenguaje poético como forma de evocar y expresar estados de ánimo.

El autor, Fernando de las Heras.
Y Amor, Humor, Humildad y Ternura es lo que destila el trabajo de este equipo. Y utilizo las mayúsculas con premeditación y alevosía porque hay tanta escasez en este tiempo como la debió de haber en el que vivió Miguel Mihura. Y que Fernando de Las Heras nos trae a la memoria, a modo de recreación, de recordatorio y reflexión, quizás, para inmortalizar cierto paralelismo con la situación actual.
Amor declarado por Fernando a Mihura, autor que se refería a la emoción y la ternura como componentes básicos de su teatro. Aunque esta dimensión sentimental se combina con una buena dosis de escepticismo, en el que la esperanza y el desencanto pugnan sin resolución. Algo que resurge en la escritura de Fernando de las Heras, y que palpita en su obra, con el vivo deseo de servir de aguijón a una ciudadanía necesitada de revulsivos contra el aislamiento, el frentismo, la soberbia y la falta de empatía. “Teatro es el mejor transporte para llevar vida a la vida”, es su alegato el día mundial del teatro de 2020, porque el teatro es comunicación y diálogo, y la vida es comunicación como la muerte es la ausencia de esta.
“Los sombreros olvidados”, teje compañía en un mundo lleno de soledades. Fabrica sonrisas en rostros necesitados de Humor como mecanismo para recuperar las parcelas de humanidad que a veces dejamos de ver. Inocula Ternura en almas hastiadas de su ausencia en los telediarios, en las calles y hasta en las casas.

Los actores Javier Arriero (Dionisio) y Roger Álvarez (Don Rosario).
“Los sombreros olvidados” nos propone un juego, un salto en el tiempo, con los personajes de Don Rosario y Dionisio. Ha pasado el tiempo y el autor nos avisa de que “Dionisio ya no es aquel muchacho inexperto que, tras una noche enloquecida en la habitación de un hotel, se casó con Margarita, su novia de toda la vida. Ahora, 20 años después y en plena postguerra, es un hombre viudo en busca de aquella felicidad que una noche conoció junto a Paula y tres sombreros de copa…”. Y ahí se lo dejo a ustedes y a su imaginación calenturienta para que elucubren sobre lo que sucederá. Para que se intriguen y acudan al teatro en busca de esa felicidad añorada que es…
Hay muchos mundos y están en este. Hay muchas formas de teatro y están en Madrid. Celebro esa diversidad y los espacios que la promueven. Gracias a uno de ellos, el Teatro Lara, podemos disfrutar de “Los sombreros olvidados”, un montaje teatral heredero de antiguas formas de teatro que siguen vivas y revolucionan la comedia, ayer y hoy. De hecho en la función el espacio/tiempo se pliega uniendo el pasado y la actualidad con un mecanismo sencillo a la par que ingenioso y eficaz. Vamos, como en la física moderna.
La comedia es un género complejo que debe ser percibido por el público como si fuera lo más fácil y sencillo del mundo. Y esa sencillez está en el texto de Fernando de las Heras, digno heredero del maestro Mihura, y en la labor del resto de la compañía. Porque el teatro no se hace solo, sino acompañado de un rosario de cómplices dispuestos a la batalla. Esa batalla hermosa que es la creación y ofrenda de un espectáculo.

Los actores con el director Luis Flor.
La dirección de Luis Flor resalta el humorismo absurdo y poético del texto con una puesta en escena digna de una viñeta de La Codorniz. El director, que se hace invisible, traslada a escena de forma clara, cándida y sin aspavientos el pequeño universo de la solitaria pensión de Don Rosario a la que llega un aprendiz de artista de circo, Dionisio. Roger Álvarez y Javier Arriero, actores que dan vida a Don Rosario y Dionisio, respectivamente, juegan con la inocencia inexcusable del payaso, del cómico de la legua que sabe de los caminos y su dureza y de las tablas y su libertad para contar y cantar historias, disfrutando como nunca del arduo trabajo que no siempre se recompensa.
Como sabemos la permanencia y el sustento es algo que solo el público concede y a ustedes, que son público, se encomienda la compañía, les incito a que acudan a ver “Los sombreros olvidados” en la sala Lola Membrives del Teatro Lara. Después den su dictamen. Es su privilegio.

Y recuerden que “La comedia contiene juicios tan severos que, a no ser por los disconformes, una pieza cómica podría ser descripta como una 'enérgica acusación' o una 'revelación conmovedora'. Lo cual es nada más que otra forma de decir lo que ya he insinuado: que si la comedia llega a perder su tono frívolo, se convierte en teatro social serio”, según dijo uno de los sesudos estudiosos del teatro de nombre EricBentley.
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